Como corresponde, modernizan su imagen. Fresco el diseño, con los colores de moda pero que a la vez no deberán pasar muy pronto; con estructuras orgánicas –semillitas?-, más allá de si son apropiados o no para productos alimenticios o empresas tecnológicas amigas del medio ambiente.
Una campaña de comunicación anuncia el cambio usando un recurso que pocas empresas usan en un país donde la empresa familiar es la norma. Usan a la familia que dio origen a las empresas que hoy son Grupo Bocel. La familia Reynoso Fernández. Un diferenciador irrepetible. Bien. Sin embargo, aunque la comunicación habla de las empresas que se funden hoy, Molinos del Valle del Cibao y Dominicana Industrial, falla en mencionar un detallito que es lo que “suena la campanita” en los consumidores –la mayoría iletrados en esos asuntos industriales-: que son los fabricantes de las famosas, muy consumidas y conocidas Pastas Princesa.
La conexión a veces hay que hacerla pensando en el consumidor. Rosa no sabía quién era Dominicana Industrial, sin embargo, cuando va a hacer espagueti con salami, los hace Princesa.
miércoles, 1 de octubre de 2008
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