Se puso de moda y todavía muchos vehículos lo exhiben. Ese letrerito de Yo Manejo Bien, Si No, llame a tal número ha sido la causa de muchas de mis discusiones matrimoniales. Que si no hay que llamar, que total no hacen caso, que sí que llamo porque así no se puede, que en fin...
La verdad es que como resultado de un programa integral de concientización y preparación de los choferes y empleados de las empresas responsables, el letrerito es (debe ser) una garantía de que el mismo funciona, sólo que me parecería que, a excepción de dos empresas que conozco, las demás no tienen un programa similar para preparar a los conductores antes de exhibir su destreza al volante en el país donde bien podríamos ganar el concurso de los que peor manejamos.
Es una gran oportunidad de llevar la responsabilidad social a niveles cotidianos. Con esto no digo que no esté bien sembrar el árbol, apoyar la cultura, donar a instituciones barriales, establecer museos o exhibiciones rescatadoras de nuestra identidad, patrocinar escuelas, abrir salas de cirugía y hacer otras tantas cosas que, en palabras de una persona con quien trabajé, en cualquier otro país le tocarían al gobierno pero gracias a Dios lo asume la empresa privada.
Sin embargo creo que una ejecutoria dentro de un programa de responsabilidad social que gire en torno al manejo responsable, a la civilización del tránsito en los alrededores y rutas de la empresa, a la concientización de los propios consumidores o usuarios de esa empresa, es un programa que salva vidas. En un país donde los accidentes de tránsito cobran más vidas que muchas de las enfermedades de moda (sin querer desensibilizarnos ante la fatalidad de una enfermedad), se hace imprescindible tener programas más efectivos. Al menos más efectivos que una vallita que vi un puente hace tiempo y decía "Ama al Prójimo como a ti mismo", en un esfuerzo de que los conductores maleducados reparen en que su conducta podía hacerle daño a los demás. JA. Como si en medio de un cortepatelito podemos destilar esa fina conclusión.
Ojalá esta reflexión llegue a oídos del Sr. Barletta, de la Sra. Villanueva, de los herederos Reid, de Avelino y de Don Avelino, de los Corripio y de tantos otros responsables en la industria importadora automotriz. Porque ellos también-casi más que los demás- podrían iniciar este tipo de programa de Responsabilidad Social. Ellos pueden "aplatanar" esa necesidad de las marcas internacionales de "conectarse emocionalmente" con sus consumidores y montar acciones que realmente cambien el rumbo de las calles de este país. Y aunque tal vez sería soñar demasiado, quizás hasta se puedan juntar todos para contribuir en una sola campaña que beneficie el tránsito del país.
Finalmente, claro que no son conclusiones mías por estar aquí sentada sin hacer nada. Lo oímos en cada grupo de enfoque, en cada conversación o discusión que observamos sin ser invitados, en nuestros múltiples viajes en el asiento de al lado...el tránsito es un desastre, es una fuente de stress, creemos que el otro es el que va mal, todos andamos apurados, siempre es culpa del Amet, del taxista, del camión, del carro público, del delivery, del chofer de la yipeta, de las mujeres, de los borrachos y etcétera.
Hablemos de este tema.
miércoles, 26 de marzo de 2008
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